Reflexiones sobre la democracia en México por Lobo de Tercio


Por Lobo de Tercio

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La historia de la democracia en México es en mi opinión uno de los temas más polémicos de los que se puede hablar en cualquier lugar; desde aquellos antiguos e intransigentes monarquistas con un halo de "realista" de abolengo (demasiada nostalgia), hasta aquellos individuos de clases más humildes y convencidos de la necesidad de una república con estado de derecho convertidos en herederos del aquellos "paladines de la legalidad" liberal antigua, (un buen mito fundacional para republiquetas). 

Todos los mexicanos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido en la necesidad de platicar o de cuestionar e incluso replantear el tipo de sistema de gobernación que tenemos, ahí es que desde la "emancipación" del septentrión existan todo tipo de pugnas en relación a cómo usar el timón para conducir este gran barco (más parecido a un galeón que a una moderna corveta). Creo que monseñor Schlarman lo deja bien precisado en el titulo de su magna obra México Tierra de Volcanes, donde con lujo de detalle expone desde su concepción todos aquellos hechos que han coronado a nuestra historia patria con esa excepcional violencia política con la que se nos conoce en el resto del mundo. Y no es el único que hay. Basta con hojear cualquier libro de historia decente: Vasconcelos, Bravo Ugarte, Riva Palacio, Alamán, Sierra, etcétera, no importan las ideologías, con éstas muestras nos damos cuenta de que pareciera que los mexicanos no conociéramos otra forma de diálogo más que las armas y los botines de guerra. 

Como "bárbaros" clásicos. Desde que me inicié en el estudio de la historia formalmente me he dado cuenta lastimosamente, que para desgracia nuestra todos nuestros males comienzan precisamente desde que se decide escindir estas tierras por sus propios habitantes; España gobernó, aún con todos sus defectos, de manera adecuada a mi modo de ver, estas tierras turbulentas, ¡sabían cómo tener bajo control a las masas! ese enorme muro burocrático que heredamos de ellos nos ha platicado muchísimo a través de interminables legajos de documentos donde hemos podido apreciar todas las políticas y triquiñuelas de las que hacían alarde para regir. Con todo y lo que nos dejaron, sólo hubo un "cosita" que no les enseñaron a nuestros abuelos: como gobernarse a sí mismos. 

De antemano sabían los nuevos dueños de América del norte que la única forma funcional era la monarquía, no conocíamos nada más que ser vasallos de un señor de tierras lejanas a quién por cierto la mayoría de los habitantes de estos vastos reinos no conocían ni en pintura. Después del fiasco insurgente entre la primera y segunda décadas del siglo XIX, Iturbide decide que ya es nuestra hora y nos lega, para dolor de cabeza de la península, el "precioso regalo" de la independencia, sin manchas hemáticas en su moralidad, por aclamación popular se le reclama para emperador y después de una increíble y afanosa campaña de deificación se le exhibe como el hombre más carismático que éste nuevo imperio pudiera haber tenido nunca. Sin embargo las pugnas internas entre facciones terminan echándolo todo a perder (como siempre) y éste semidiós de herencia vasca termina yéndose a la otra península la italiana, donde amargamente escribe y escribe acerca de lo mucho que amaba la tierra que le vio nacer, la misma cuyos hijos mimados le despojan de su halo de divinidad encarnada.

Poinsett un gran maestro de la seducción, yanqui de origen francés, había logrado colar entre los oídos de grandes generales, que caen como moscas ante sus palabras, que lo más “guay” y que el mejor futuro depararía a la nueva nación sería la implantación (forzosa) del sistema useño: la malentendida y oprobiosa república, antinatural para estas latitudes, pero bellísima en papel. ¡Qué más da que mi escrito parezca propio de otro siglo! sólo me empeño en describir los hechos que han aquejado a mi tierra.

La masonería, que según Bravo Ugarte llega a las indias con servidumbre del segundo conde de Revilla-Gigedo, otro de los infames aparatos paraestatales que ha sido protagonista de muchos grandes cambios históricos alrededor del planeta no pudo faltar a éste circo que había fundado aquel ministro Poinsett, el que por cierto trajo a los yorkinos, pues como se sabe bien antes de la formalización de los partidos sólo había "logias" (yorkinos vs. escoceses por ESPN) , no pretendo dar cátedra de un tema que no conozco a fondo y menos a personas doctas en la materia.

Como parte del legado que nos ha dejado la península todavía existieron quienes opinaban que el centralismo era la mejor dirección que podía hacer uso este gobierno, pero había quienes compaginan con el federalismo, esta absurdez fue motivo de otro conflicto armado que duraría por lo menos hasta que los yanquis decidieron iniciar una gira mundial, no sé si artística, comenzando por nuestro país, con ello de su exacerbado monroísmo y su pedante y de estilo judaico destino manifiesto, México siempre rodeándose de amigos interesantes.

Luego después de tremendo éxito gringo en esa gira, México se queda con ganas de más y decide iniciar otra guerra de inspiración política pero aderezada con un sabroso "topping" a la religiosa, por cierto arrastrando añejos pleitos iniciados por los "padres del liberalismo nacional", Mora y Gómez Farías, a algunos mexicanos "conservadores" se les hizo fácil que si el bando "liberal" pedía ayuda gringa, pues ellos pedirían ayuda europea y llega otro Habsburgo (se esperaba que éste señor con respaldo de los franceses de Napoleón III fuera la contención al nuevo imperio que se gestaba en América del norte, los gringos) a querer dirigir el difícil timón de este galeón (!), sólo que este güero era muy "bueno" y no le dejaron timonear a gusto, tanto que le gustaba, literalmente... este periodo es chistosísimo pues a mis contemporáneos, visiblemente sesgados, se les olvida que tanto liberales como conservadores pusieron en peligro la "soberanía nacional" por medio de pactos con extranjeros, me limito a eso, para no llamar "bueno o malo" a algún "tratado", ya los leerán y sacarán conclusiones, el precio de la historia es que por más que intentemos olvidarla cuando llega su recuerdo llega con una fuerza de fiera salvaje incontenible y antojadamente indomable.

Luego del fatídico suceso en el cerro de las campanas, a éste país se le empezó a tener cierta animadversión, como si fuéramos unos indios "tira flechas" "descastados" aunque lo último lo pondría en tela de juicio... Desde el extranjero difícilmente obtendríamos reconocimiento internacional. La "república restaurada" en la que el resto de mexicanos creían que llegaría muy lejos, no probó ser más que un puñado de bribones que se pasaban de puesto en puesto robando al por mayor, otorgándose privilegios y compras a modo (de propiedades de la  iglesia por supuesto) entre camaradas, (ésta parte de la historia me recordó a los priístas en su "mejor momento", pareciera que son herederos de estos hampones) de moralidad cuestionable los tipejos.

Luego llegaría El caudillo más temido de México, un liberal convencido y de grandes dotes militares, pesadilla de los franceses, el general Díaz. A este militar veterano oriundo de Oaxaca se le hizo fácil cuestionar tanto a Juárez como a "el gordo" Lerdo de Tejada, no le iban sus métodos y formas de gobierno, y estaba a favor de la “democracia y la legalidad”, el general fue tan legal que al primero lo quiso destronar, pero no pudo, al que de igual forma la muerte le salvaría de convertirse en uno de los mayores dictadores de la historia, ¡por eso lo mejor que hizo Juárez fue morirse! al segundo ya con ánimos renovados y enorme ímpetu logró sacar del país a coscorrones, donde fue a parar a EE.UU. Y entonces se declara inaugurada la época de la "Pax Porfiriana" así muy romano el rollo. Sólo que se caracterizaría más por cambios a modo en la legislación, endurecimiento de las leyes, orden y progreso, concesiones a inversionistas europeos a modo como contención del capital useño, se le acusa de muchas cosas al general, que si la perpetuación del régimen republicano apestoso, que si no apoyó al mexicano promedio, y así una lista larga que valdría la pena revisar para hacer un balance adecuado con veredicto final sobre sus logros y fracasos. Siempre se les olvida a los mexicanos que si hubo cosas malas las hubo buenas también.

La revolución un tema tan discutido en las aulas, en las reuniones y en todos lados, nos dejó varias lecciones; los ratas y los zarrapastrosos sabiéndose mover quedan como héroes nacionales, los mentirosos y majaderos quedan como grandes caudillos "legales", la lista es larga en este tremendo zafarrancho que caracterizaría nuestra entrada al siglo XX. Siendo cien por ciento franco todos esos años para mí fueron una gran porquería, donde solo un puñado, que contamos con los dedos de la manos, a aquellos hombres que pueden salir avante de entre todo ese oscuro pasaje nacional tan lleno de mentiras y sangre… derramada como si fuera una ofrenda al Huichilobos o al Moloch. 

En resumen otra enorme guerra fratricida para obtener la ambrosía que prometía la democracia en este México lindo y que herido. Hasta aquí las esperanzas no flaqueaban, sin embargo con todo el repaso que hemos hecho hasta ahora recuerdo bien a un sabio mexicano, incomprendido, incisivo, polemista hasta el tuétano, y quien hizo que me interesara más por la historia de México, y a quien respeto independiente de sus convicciones políticas: Francisco Bulnes. Aseguraba que a un país como México no se le podía gobernar con democracia pues es una entidad muy inmadura, la democracia, decía, es para pueblos desarrollados. Además también afirmaba que este país merecía ser gobernado por tiranos debido a su inacción... Lapidarias sentencias del coloso liberal, nunca en mi vida creí que admiraría a un liberal de ese calibre y aquí estamos reviviendole para la posteridad.

El maximato un juego perverso donde era un “secreto a voces” que el que detentaba el poder era ese tal Calles, responsable de una de las más grandes guerras de la historia de México, y que ocultaron por mucho tiempo, la Cristiada. No me detengo ahí porque es bastante extenso relatar la epopeya que los católicos sufrieron para externar su fe en su propia tierra. Más tarde y aún con el espectro democrático detrás llega el Tata Vasco… ¡ah no! Tata Lázaro. Perdón. El señor ese al que le movía más lo que le pasaba a la Doña de los tamales de un pueblo de Michoacán, que otros asuntos más grandes y urgentes en el país. Después de su gobierno y decirle “au revoir” a Calles  llegan los primeros presidentes que NO eran militares, qué más daba, todos llegaban por compadrazgo y dedazos, así al estilo Madero y Díaz (!). El periodo que sigue después de estos señores; devaluaciones locas, conspiraciones comunistas, supuestos agentes de la CIA, perros defensores del peso, entre otros, la verdad me da mucha pereza. Más de lo mismo en mi ofensiva opinión. 

Llegamos luego al robierno, digo gobierno de un psicópata que se apellida Salinas de Gortari, que cree que no hizo nada malo al país después de la crisis del ´94. Luego un gobierno sin pena ni gloria de Zedillo, Fox, Calderón, Peña (no se me olvidará nunca) en una época donde era lo suficientemente ingenuo como para creer que los comicios son una herramienta poderosa para el rescate del país, nuestros errores juveniles en fin... Ahora aquí estamos. A la expectativa de lo que pueda suceder con este peculiar macuspano, al que se le empieza a ver como una especie de deidad, y que de cierto modo comienza a creer que es como el rey de México, un "mesías", al que por cierto impresentables de la talla de Fernández de Cevallos dedican columnas para denostarle, ¿Que tan despreciable puede llegar a ser alguien a quien hasta los mismos pelafustanes que juegan al mismo juego rechazan? Le daré, contra todas posibilidades, incluso mis propias convicciones, el "beneficio de la duda" por el sólo hecho de la mención que hizo usted en la última clase sobre la contención de la perrada, "el tigre". Eso me dejó pensando bastante tiempo. Yo sé que de alguna manera Obrador no es del todo estúpido. Quiero ver como evoluciona su (des)gobierno.

Más en confianza, me considero un enemigo declarado de las urnas; no creo que un papelito marcado cada seis años cambie la situación de un pueblo, creo que sólo perpetúan el status quo de degeneración política y social. Es legitimar un sistema de gobierno fallido y majadero que insulta nuestra inteligencia, debemos de cambiar cuanto antes de forma de gobierno, porque creo que merecemos recuperar la dignidad. Creo que eso es todo. No quiero que se me vaya a etiquetar luego de "panfletista". Gracias por su tiempo.    



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