El "Juego": el Nuevo Agogé de los Hombres por Velkan Corvinus
Por Velkan Corvinus
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A lo largo de la historia, los ritos de pasaje masculinos (ese ritual en
donde pasas de ser un niño a ser un hombre dentro de tu tribu) han sido muchos
y muy variados en diferentes culturas y con diferentes significados y
simbolismos, pero uno de los ritos de paso más interesante, y podría decirse,
más institucionalizada como requerimiento obligatorio del estado para crear
hombres fuertes, fue la educación espartana, o como se le conoce también: Agogé.
El Agogé fue un tipo de educación establecida en Esparta por Licurgo (o
al menos se piensa que fue él el creador) a partir del siglo VI. Es en ese
tiempo en que la educación espartana toma un contexto más “tribal”, de
conciencia de tribu podría decirse, de no solamente estas tú sino también tus
hermanos de sangre, haciendo que la educación espartana sea dirigida al culto
de la espada. La sangre nueva (las nuevas generaciones, los jóvenes) ya no
debían buscar su gloria solamente individual, sino ahora debían buscar también
la gloria para con los suyo, para con su “tribu”, la victoria para su nación
(Esparta).
Esta doctrina educativa se convertiría en requisito para ser aceptado
como un ciudadano, como un espartano.
Era obligatorio, ya que constituye un requisito indispensable para la
plena ciudadanía (ser parte de la “tribu”). Para Jenofonte, aquellos que no han
pasado por el agogé (iniciado con el ritual de masculinidad) son ciudadanos de
categoría inferior (indignos o no hombres para con la tribu). Además, el agogé
era organizado por el estado. La nación se preocupaba por crear hombres
fuertes que defiendan la nación, creaban hombres dignos para con la tribu.
A la edad de siete años, los niños dejaban sus casas y eran encuadrados
en un agelé, que era una especie de cuartel militar infantil,
en donde los comandaba un niño de edad más avanzada y eran supervisados por
un paidónomo, que era un especie de maestro. Se les enseñaba
cuestiones cultas como leer o escribir y cuestiones simples de educación común,
pero lo principal de su formación consistía en fortalecerlos físicamente por
medio de la lucha y el atletismo, y en adiestrarlos en el manejo de las armas,
a marchar en formación (orden cerrado, moverse como si fueran uno) y, por
encima de todo, a obedecer ciegamente a sus superiores (respeto al jefe de la
tribu) y buscar siempre el bien de la ciudad (el honor y la gloria
de tu tribu).
Plutarco expresa en una frase: "Licurgo acostumbró a los
ciudadanos a no saber vivir solos, a estar siempre, como las abejas, unidos por
el bien público en torno a sus jefes".
Esto anterior recuerda en nuestra vida común el unirnos a un equipo
deportivo, principalmente, a un equipo de fútbol, o en sentido más “light”, en
un club de lectura. Lo interesante del agogé es que, si bien, su objetivo era
principalmente la fuerza, no dejaban de lado la mente. Podría decirse que
Esparta era el músculo y Atenas el cerebro en la Grecia antigua, pero lo
importante del agogé es ver como la masculinidad, el forjar hombres fuertes,
era no sólo algo deseable o algo bueno a buscar, era una obligación.
Jack Donovan en su escrito Everyone a Harlot (Todos son unas
Putas, en su traducción al español) menciona sobre un “rito de pasaje” moderno
llamado EL JUEGO, que es básicamente el buscar mujeres y acostarse con ellas
(el ligue, la seducción y todas esas cosas), el ser un hombre deseable para el
sexo opuesto y cuestiones así. Donovan menciona que, en esta época de nuestra
historia humana, en estos tiempos, las formas de masculinidad, o más bien, las
formas en que un hombre busca su masculinidad o la demuestra tanto para ellos
mismos como para los demás han, en su mayor parte, desaparecido.
La vida moderna ha hecho que las capacidades masculinas, las que al
hombre lo hacen hombre y lo diferencia de la mujer, estén en decadencia. Los
trabajos rudos o que necesitan fuerza bruta, resistencia y cuestiones varoniles
en sí, ya no hay (o al menos ya no son muchas). Las máquinas, una preferencia
moderna e inducida para una vida sedentaria en donde ese espíritu barbárico
natural del hombre ya no es requerido, ha hecho que el hombre vaya perdiendo su
sentido de masculinidad. Con esta crisis, el hombre ha visto en el sexo su
único “rito de pasaje” para convertirse en un hombre. Ahora lo que te hace un
hombre mejor a los demás es cuantas mujeres has tenido en tu cama, que tan bien
cojes, que tan bien ligas o que tan deseado eres para con el sexo opuesto.
Donovan menciona que esa mentalidad es de una PUTA, pues solamente las
prostitutas están preocupadas en estar buenas y ser deseadas, porque de eso se
basa o de eso depende su supervivencia. Entonces si un hombre está centrado en ser
deseado, ¿En qué lo convierte?
Esa mentalidad, o ese “Juego” tomado como un rito de iniciación hacia la
masculinidad, es más un rito hacia convertirte en un Gigolo, hecho y derecho,
además, en ese juego básicamente es la mujer quien decide si eres “un hombre de
verdad”, ya que si no te acepta o no se acuesta contigo es considerado que no
tienes un nivel aceptable de masculinidad en ti. Entonces, aunque es entendible
que el Juego sea tomado como un rito de pasaje hacia la masculinidad
por la falta de caminos alternos hacia ésta, no es para nada el camino idóneo o
aceptable para que un hombre se convierta en “un verdadero hombre”, más bien,
te vuelves en un espectacular dildo con patas y haces lo contrario de lo que
tratas de buscar en ese falso rito. En vez de hacer florecer tu masculinidad,
en vez de forjarla como debes, la humillas, pierdes tu honor como hombre y
prácticamente caes en vergüenza y te humillas a ti mismo.
La única forma (al menos la que yo considero mejor) es volver a la
antigua identidad masculina de la tribu, a esa identidad espartana en donde
hombres superiores (u hombres en general) marchan juntos para fortalecerse como
tribu, como hermanos de sangre. Hay que volver a los ideales tribales de
antaño, a recuperar nuestro coraje, nuestro honor, nuestra fuerza y nuestro
valor. Entrena en el gimnasio si quieres por HONOR, para buscar trascender tus
límites físicos del momento, para ser más fuerte y no para buscar “un cuerpo
para señoritas”, eso déjaselo para los prostitutos. Júntense en manadas y hagan
proyectos deportivos o que impliquen un esfuerzo físico en donde tengan que
actuar como equipo, como si fueran uno solo, en donde se inciten mutuamente a
ser mejores. También no se debe olvidar que la fuerza es solamente una parte
que compone al hombre, la mente no debe ser olvidada. Un hombre debe cultivar
la mente como el cuerpo, en una forma metafórica de decir: Debemos estar en un
equilibrio, ser atenienses y a la vez espartanos.
"Una ciudad bien fortificada será la que está rodeada por hombres
valientes y no por ladrillos"
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