Los Remedios Fáciles son Inefectivos por Padilla de Benavente
Por Padilla de Benavente
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El
mundo cada vez se enferma más. Su gente, sus sociedades; las selvas de asfalto
cada vez se transforman en lugares sin ley y sin razón. La única razón que se
ha dado a conocer últimamente es la del efectivo. El valor monetario es lo que
mueve y hace girar al mundo. Entre más tengas tu vida será más sencilla y se
solucionarán todos tus problemas; alcanzarás la felicidad de forma automática y
estable. Podrás darte los lujos que deseas y tendrás a las mujeres a tus pies o
en el caso de las mujeres, serán irresistibles y tendrán a cuanto hombre
quieran detrás de ellas sólo para arrojarle un hueso de vez en cuando pues
¿quién puede resistirse a la plata en estos días?
La cosa, mis amigos, es que
actualmente nos olvidamos de las cosas que importan y no nos damos el tiempo de
valorar lo que tenemos. Deseamos más, queremos comprarnos lujos y darnos gustos
caros a los que, posiblemente, no alcanzaremos y por los cuales habría que
trabajar como bestias de cargas sin parar de sol a sol. Dicen por ahí ‘vive
rápido y muere joven’. Un camarada una vez me dijo que lo que él deseaba era
meterse de narco porque quería dinero de ‘volada’ y que ‘era la única forma de
salir del atoradero que es ésta vida’. Pobre infeliz. La verdad es que esa es
una respuesta fácil y sin valor.
Si algo he aprendido en este punto
de mi vida y mientras reflexiono al escribir estas líneas es que no se necesita
tanto para estar bien. Dice la canción del Hombre simple: ‘Olvida tu lujuria
por el oro del adinerado, todo lo que necesitas está en tu alma (…) Se un
hombre sencillo’.[1]
Cuánta razón en esa pequeña estrofa. Realmente hay que preguntarse ¿qué quiero
más allá del dinero, de la fama, de las mujeres o los hombres? ¿Qué busco en
esta vida? Y pensándolo bien, uno se dará cuenta que la respuesta no es el
dinero, el camino fácil.
Es cierto, no todos nacemos en una
cuna de oro y quizá si ese fuera mi caso, no escribiría sobre esto. Pero
agradezco a los dioses de que no haya sido así pues sería mi vida totalmente
diferente y no reflexionaría de dicha forma. el esfuerzo que he hecho en mi
vida por conseguir lo que tengo y por conservarlo es algo que no se aprende con
una vida fácil en la que tus padres te dejan todas las soluciones servidas en
la mesa. No es necesario matarse para llevar una buena vida y si uno vive
teniendo envidia de los demás por sus riquezas o la suerte que les tocó, pues
que desperdicio de vida es la que llevas.
En medio del Kali Yuga lo mejor es
estar preparados, centrados y atentos a lo que sucede a nuestro alrededor para
no quedar atrapados en esta pila de escombros que arrasa lentamente con todos
en este imperio de decadencia. Intenta llevar una vida menos avariciosa y más
sencilla. No busques riqueza material, mejor búscala engrandeciendo tu
espíritu, tu mente, tu cuerpo; volviéndote una mejor versión de ti en todos los
aspectos, una que haya luchado y que las caídas no lo detengan. Una vida en la
que al final del Kali Yuga puedas remontarte como el bárbaro que asoló a la débil
Roma; como el salteador de caminos que le robó al rico sus tan preciados
lingotes de oro. Esfuérzate y has la lucha que quien no lucha no merece vivir.
¡NO
MUESTRES PIEDAD!
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