Aun en la Muerte, Mando Yo por Velkan Corvinus

 



Por Velkan Corvinus

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(Primera publicación en la revista Caput No. 11; por la conmemoración de los 100 años de su muerte y ascensión.)

Nota: en su primera publicación, hubo un error de fecha, no es 1918, es 1921; una disculpa por el error.



“El reo no es otro que la pesadilla del Ejército Rojo y de sus máximos dirigentes políticos en la etapa final de una interminable guerra civil, el General Barón Roman Fiódorovitch Ungern von Sternberg, conocido como el Barón loco o sanguinario. Su sola visión me deja perplejo, es fascinante tener ante sí a un semidiós.

Su carisma me deja paralizado, ahora comprendo a los que afirman que no es de este mundo. Sólo lo veo a él, que parece separado del resto de la gente por un muro invisible o por una burbuja de cristal.”

 -Comentarios de un periodista del NY Journal (Nagasawa Naburo) durante el juicio de Ungern.

 

Ser dueños de nuestro destino; parece algo muy entendido, y hasta popularmente aceptado o afirmado de que es el camino que siguen todos, pero es muy poco ahondado en lo que realmente significa ser dueño de uno mismo.

 

Ungern-Khan, Dios de la Guerra, reencarnación de Genghis Khan, última aparición de Mahakala aquí en la tierra, el “Semidiós de Urga”, es un personaje poco estudiado y muy poco comprendido. No daré una biografía de él, la pueden buscar en cualquier sitio, de hecho, Aleksander Duguin tiene una pequeña biografía de él muy buena e interesante si quieren un punto de partida para conocer a este hombre.

 

Ungern-Khan es un hombre que no es de este mundo, aunque en un inicio fue un hombre común, logró trascender las limitaciones que existen intrínsicamente en el “Hombre” como tal, ya que logró alcanzar la inmortalidad aun estando entre nosotros.

 

Ungern nos mostró un camino, una senda, una visión y perspectiva del mundo, que pasara mucho tiempo para que volvamos a ver algo igual. El problema de que personajes como él no sean estudiados, promocionados, y rescatados del mar de la historia, es su esencia, su naturaleza, y los motivos que llevaron al Barón a cumplir con su destino.

 

En el mundo moderno, las “grandes ideas” que son promulgadas y puestas en un pedestal, son filosofías intrascendentes y tóxicas para el espíritu humano. Liberalismo, progresismo, igualdad, democracia, capitalismo, new age, identitarismo del consumismo, los valores humanistas universales, todas ellas engendros del mundo moderno, que sumen al espíritu trascendente en un oscurantismo de ignorancia del ethos. Personas con el pensamiento filosófico y espiritual de hoy, del mundo moderno, jamás tendrían la capacidad de entender y comprender el espíritu del Último Khan.

 

El Barón luchaba, vivía, por un camino que desafía todo lo “bueno” y las normas sociales que se tienen como verdad absoluta dogmática ahora. Si Ungern hubiera luchado por cosas como la “democracia” o el “libre mercado”, sería alabado y vitoreado por los “intelectuales” y líderes políticos de nuestro tiempo; ¿por qué no lo hacen?, simple, su camino era espiritual y más allá del mundo mundano en donde ellos quieren estar. Ungern luchaba por un renacer espiritual en los pueblos; una libertad, no solo física, sino también mental y átmica. El ya veía venir el embate del Kali Yuga en la tierra, y esperaba ser el primero en dar lucha en contra del Imperio de la Nada. Los motivos de Ungern eran profundamente espirituales, eran identitarios y eran tribalistas; la razón por que los modernos no pueden entender a Ungern, su razón de ser y de luchar, es por su misma naturaleza que se niegan a abandonar o, a ver la falla en su realidad; el camino de Ungern es el trascender las cadenas de la mundanidad, que nos ciegan y nos atan a un mundo que nos ofrece ilusiones y mentiras como forma de enriquecimiento de nuestro ser; Ungern es la liberación en contra de aquellos que nos venden cadenas como libertad, pero que solo es esclavitud y servilismo; Ungern es la independencia del Ser, en contra de los amos del Mundo y los capitalistas del alma; Ungern es la anarquía y la rebeldía en contra de la vida, y el aborrecible costo que cuesta tenerla.

 

En 1921, inició un juicio en la actual capital de Siberia, Novosibirsk; el lugar, donde se estaban abarrotando de soldados, obreros y campesinos para ver el juicio, era el gran teatro de Sosnovka; el motivo, algo digno de ir a ver, el último de los generales Blancos de Rusia había sido derrotado, el juicio sería en contra del Barón Roman Ungern von Sternberg, el último Khan de Mongolia.

 

Fotografías del lugar donde Ungern fue ejecutado; regalo de Askr Svarte.

El juicio a Ungern fue como ningún otro, pues pareciera que se estaba enjuiciando a alguien que no era humano. El Barón, estaba sentado en el lado de los acusados con una calma y serenidad sobrenatural; tenía aún puesta su túnica mongola, descolorida y raída; sus galones y medallas, como su tan apreciada Cruz de San Jorge, aún las conservaba en su pecho, de los que nadie, incluso los soldados que lo capturaron y lo procesaron, se atrevieron a quitárselas. Los soldados que lo custodiaban no se atrevían a mirarlo a los ojos, puesto que, aún esposado, como menciona el periodista anteriormente citado, infundía temor y un gran respeto.

 


El tribunal soviético que lo enjuiciaba, veía con malos ojos, como el Barón mostraba indiferencia ante las acusaciones y comentarios de éstos. Ungern mostraba total indiferencia, y una desconexión tan absoluta de su momento, o de su estadía en ese lugar, tan marcado, que pareciera que solo el cuerpo, su forma física, estaban ahí, y su mente y espíritu se fueron a otro lugar.

 


“El Barón se ha sentado. No escucha, cierra los ojos, su alma transita ya hacia el Reino de Agartha. El veredicto estaba cantado: condena a muerte por alta traición al pueblo de la Unión Soviética. Ungern no se inmuta, ni siquiera parpadea. Oparin le repite la sentencia, pero el anciano juez y los demás miembros del Tribunal tienen la sensación de que no se ha enterado de nada de lo dicho durante dos largas horas”

 

-Nagasawa Naburo

 

 

Esto consterna y molesta a los jueces, que ordenan que el teatro sea desalojado inmediatamente. Nunca se supo que aconteció después de ese instante, lo que se supo después, es que el Barón tomo conciencia por un momento, y, mirando a sus enjuiciadores, les ordenó que iniciaran con su ejecución inmediatamente. El motivo de esto es más que obvio, y más si hablamos de Ungern:

“Aun en la muerte, mando Yo”.

 

La vida de Ungern, más que una biografía más de un caudillo o un personaje histórico, es una guía, una guía que, en mi forma de ver las cosas, se necesita más para el hombre perdido en la ignorancia espiritual del Kali Yuga. La enseñanza de la muerte del Barón es la dominancia de tu existencia en este mundo, y el verdadero significado de ir en contra de éste.

 

La rebeldía, la anarquía, el ir en contra de lo establecido, es algo que se ha comerciado como producto de mercado como algo “cool” y con “estilo”, como si de usar ropa de marca se tratara. El ser rebelde, si le llamamos así, es un camino duro y de entera disciplina, ya que, es estar consciente, es aceptar y pagar el precio de que, al ir en contra del mundo, de la sociedad, de lo establecido, es que el mundo se vuelva en contra tuya, te desprecien, te odien, te aparten, o incluso, busquen la manera de destruirte. Al tener una postura confrontativa en contra de la existencia establecida como la norma, el mundo te intentará seducir; los de afuera intentarán decirte que está mal, que no es la manera, que no son las formas, o que te falta “algo” que con ellos puedes conseguir, es ahí en donde debes tener una plena conciencia, y una plena disciplina, una voluntad férrea en la decisión que tomarás: “estoy con ellos o estoy en contra”.

 

Es ahí la esencia de la rebeldía, el aceptar el odio y la indiferencia del mundo, el aceptar que te buscarán y te querrán eliminar, pues representas el fallo que ellos no quieren ver; te verán como el antisocial, el loco, el descarriado, y demás estigmas, como marcas de Caín, para que todos vean lo que eres y te detesten.

 

¿La recompensa?, algo que todos escuchamos afuera, algo tan popular, pero que nadie tiene de verdad: la Libertad. En la rebeldía encontrarás la libertad verdadera de tu ser, es aquí en que tú decides en tu voluntad, no nadie más, tú eres dueño de tu ser, tú decides cuando y donde, tú decides que pensar y que no; el dominio de tu ser, de tu mente, de tu espíritu, es completamente tuyo cuando decides ir en contra del rebaño para seguir tu propio camino, el sendero que tú mismo has escogido, con la gente que tú mismo has seleccionado, y con los valores que tú mismo has preferido, es cuando te sentirás verdaderamente liberado en comparación a cuando eras parte de “ellos”.

 

El ir en contra del mundo, es ir a favor de ti; no puede haber libertad verdadera, si tú mismo, en tu ser, no hay libertad de decisión, y, por lo tanto, de pensamiento. ¿Quieres dominar el mundo, tú mundo?, domina tu ser, tu espíritu, tu mente, tu vida misma; y aunque el mundo exterior, los paladines y acólitos del Imperio de la Nada, luchen contra ti, te difamen, te capturen y te enjuicien como lo peor de lo peor, y crean que con el poder de terminar con tu vida puedan someterte, respondas con la firmeza y la serenidad de alguien que nunca fue de este mundo:

 

Aun en la muerte, mando Yo.


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