La Extrema ¿Derecha? Parte I por Antares
Por Antares
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Estos últimos meses han
sido convulsos, sin duda ha sido un año muy particular. Especialmente por los
diversos movimientos sociales que han salido a la luz. Entre los más relevantes
se encuentran el “Black Lives Matter”,
las marchas feministas y las movilizaciones en diversos países europeos contra
las medidas que sus respectivos gobiernos impusieron para, según ellos,
proteger a su población del contagio del Coronavirus, entre otros.
Es obvio que este no es ni el primero ni
el último año en el cual colectivos políticos o de cualquier otra índole
irrumpen en el espacio público; sin embargo, tienen características muy
particulares y una de ellas es el interés por encasillar a sus rivales políticos
en la denominada “extrema derecha”, que es el tema de este escrito. No importa
si son veganos, feministas, LBGT, indigenistas, etc, todos consideran a aquel
que no simpatice con ellos como de “extrema derecha”. En lo particular, cuando
escucho el término “extremo” me imagino lo más radical de algo o alguien.
Primero, debemos saber cual es el
significado de “extremo”, de acuerdo a su etimología, esta palabra tiene su
origen en el latín “extremus”, y se interpreta como lo que “está más
fuera”[1];
bien, si lo añadimos a un sustantivo (que puede ser también adjetivo, depende
como esté fungiendo en la oración) como lo es “derecha” entonces podemos pensar
que la “extrema derecha” es una derecha que está fuera….pero ¿de qué?
Antes de continuar trataré de definir que
es “derecha” desde el punto de vista político, y escribo “trataré” porque
realmente es complicado hacerlo ya que es un término muy ambiguo. Cuando se
habla de “derecha” normalmente se asocia con partidos o movimientos políticos
que cumplen ciertos requisitos, tales como:
-Ser religiosos
(normalmente cristianos de cualquier denominación)
-Conservadores (otro
término igual de complicado de definir)
-Gustan de las jerarquías.
-Enaltecen a las fuerzas
armadas.
-El Estado tiene un gran
peso y absorbe varios aspectos de la vida de las personas, así también, funciona
como una corporación.
Solo son algunas características, pero
si las analizamos con detenimiento es evidente que la mayoría han sido
adoptadas por regímenes de “izquierda” y de “derecha” por igual. Tomemos
algunos ejemplos; en la URSS tenían un gusto muy particular por el ejército,
había claras jerarquías, y si bien, no eran religiosos en el sentido estricto
de la palabra, se ejercía un culto a la personalidad del líder que rayaba en la
adoración cual si se tratara de un dios; por otro lado, el Fascismo, que se clasifica en la llamada
“extrema derecha”, surge irónicamente de la izquierda, incluso se consideraba así mismo como una ideología
progresista, si, así como se escucha. Esta doctrina tomó la guerra como su
columna vertebral, y por lo tanto abogó por crear hombres y mujeres dispuestos
a avanzar, nunca a retroceder, por ello, el Fascismo divergía del cristianismo[2],
que como se mencionó es la religión que practican normalmente los de la
“extrema derecha”:
“El
fascismo contrario al liberalismo, bolchevismo y catolicismo no prometía
paraísos ideales o un bienestar universal (...)Mussolini atacaba la religión
negra del Vaticano y la religión roja de Lenin por sermonear con la realización
de un mundo en donde los problemas se resolverían finalmente como en los
cuentos de hadas”[3]
Así también, el Fascismo bebió del llamado
“futurismo”, una filosofía que, en pocas palabras, exaltaba la guerra y el
nacionalismo, pero con una visión que miraba, precisamente, hacia el futuro por
lo que aportó al Fascismo “el espíritu de la velocidad, de la innovación y el
dinamismo, ideas que no hacían más que alejarlo de conservadores nostálgicos y
la visión liberal del nacionalismo”[4].
Si el lector entiende la política como se enseña en las aulas, es posible que
lo anterior no haya quedado del todo claro, pero si ha optado por formar un
criterio propio respecto a esta materia podrá observar que, en teoría, izquierda
y derecha son muy similares.
Para cerrar con los ejemplos, hablemos de
México. Cuantos de nosotros no hemos escuchado hablar de la eterna lucha entre
“liberales” y “conservadores”[5]
(que por cierto el actual presidente parece que disfruta mucho de ésta
polaridad). Para ser concretos, basicamente se ha enseñado en las aulas que los
liberales eran “buenos” porque querían el “progreso” y que los conservadores
eran “malos” porque no estaban de acuerdo con los primeros, así es, esa es la
historia maniquea que se imparte en la escuela. Es cierto que ambos bandos
tenían diferencias, pero al final, cada uno a su manera buscaba el “progreso”
de México[6].
En la segunda mitad del siglo XIX llegó
al poder Porfirio Díaz, que si lo tuviéramos que encasillar de acuerdo a los
estándares a la nomenclatura de la política actual, sería de “derecha” y esto
porque se mantuvo en la presidencia en 30 años; sin embargo, Díaz era un
liberal y “progresista” ya que bajo su gobierno se industrializó el país,
aumentó la inversión extranjera, la Iglesia el Estado se mantuvieron separados,
se explotaba a obreros y campesinos y se exterminaban pueblos indígenas, todo
esto es tan de “izquierda” como de “derecha”, solo basta echar un vistazo al
sistema que nos rige actualmente. Pero que hace que Porfirio Díaz sea de
“derecha”, simple, se mantuvo en el poder por 30 años como ya se mencionó,
entonces, ¿podríamos decir que se le llama extrema derecha a quien no usa las
urnas por bastante tiempo? ¿El fascismo es de izquierda? ¿Stalin era
conservador? ¿Quién ganará el avión presidencial?….Bueno, en un segundo texto
buscaremos la respuesta a esas interrogantes
(quizá a la última no).
[2]Aunque
en la práctica cristianismo y fascismo daban la impresión de ser aliados, la
cosmovisión de dichas doctrinas eran totalmente opuesta.
[3]Videla,
Carlos, El espíritu del Fascismo, Editorial EAS: Chile. 2017. P. 70
[4]Ibíd.
P. 87
[5]Encasillados
en la izquierda y la derecha respectivamente.
[6]Si
deseas indagar más sobre el tema recomiendo la obra de Alfonso Noriega El
pensamiento conservador y el conservadurismo mexicano publicado por la UNAM
en 1972
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