Las Viejas Banderas por Juan Pablo Vitali



A veces las viejas banderas no deben ser olvidadas. Cuando una bandera nace lo hace desde la sangre, desde el alma, desde el suelo. La solían bordar las mujeres: las madres, las hermanas y las novias de los soldados. Pero luego de la guerra siempre están los que triunfan o los que negocian, y esos son los que finalmente imponen sus banderas.

No quiero meterme en temas de otros, pero no entiendo por qué la bandera de Chile es igual a la de Texas, cuando la bandera vieja es tan hermosa. Seguramente la vieja bandera de Juan de Garay, que es hoy la de la ciudad de Buenos Aires, debió haber sido la de la Confederación del Río de La Plata. No hay otra bandera tan hermosa por estos lares. Ni hablar de la bandera confederada y la yanki, o de la Rusa, eclipsada tanto tiempo por el comunismo.

Las banderas de las etnias europeas, son prohibidas o mal vistas en muchos casos, dentro de unos estados que nacieron mucho después que ellas.O tantas otras que surgidas de la identidad profunda de un pueblo, terminaron arrumbadas en el olvido, como testimonio de la perdida de identidad de ese mismo pueblo.

La horrible bandera de Sudáfrica impuesta a los bóers. Las banderas que han votado los niños en ciertos municipios y provincias argentinas, que denotan la volatilidad de los símbolos y el desprecio por su continuidad, además de confirmar en sus colores y diseños la decadencia infinita que se vive en esta parte del mundo.

Es hora de volver a las viejas banderas: las que reúnen bajo su sombra lo más atávico y sensible de una identidad. Y no hablo de quemar las otras banderas: hablo aquí de verdadera libertad. Libertad de expresión, de opinión, de búsqueda de contenidos profundos, en un mundo en el que hasta las banderas son un producto de mercado: porque fueron siempre los mercados y sus dueños, quienes financiaron las fronteras de los estados modernos, tan alejados de toda identidad espiritual y cultural, como cercanos al interés material de sus mandantes.

Será por eso que incluso estéticamente, las viejas banderas suelen ser mucho más bellas que las actuales. Nótese que las banderas de los organismos internacionales, siempre son parecidas a las de una empresa multinacional: en ese sentido podemos decir que esas sí que son realmente representativas de su origen.



-Juan Pablo Vitali

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